lunes, 23 de enero de 2012

Cap 1

Hola, volví. Dejé abandonado el blog por un tiempo, lo sé. Pero si a alguien le pinta, lo invito a leer esto.

PD: debo aclarar que es un pedazo de historia random que se me ocurrió en algún momento y quería ver qué salía. Por ahí lo sigo, por ahí no.

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“No me despiertes”, susurró. Quiso creer que no se iría, que la impresión del sueño seguiría allí, entre sus manos. Creyó que sentiría el calor de su mano entre las suyas, el peso de su cuerpo sentado al lado suyo en la incómoda salita, en ese incómodo sillón. Pero todo intento fue en vano. La lucidez hizo mella en él y sus ojos se abrieron involuntariamente, como si llamaran a esa odiosa compañera, la realidad, para que lo sacara de su mundo de fantasía, ese mundo donde se escondía cada vez que podía.

...

Se fundió con la almohada como si nunca más fuera a despegarse de aquél revoltijo de sábanas que se empeñaba en llamar cama. Había estado despierta toda la noche. Quería estar allá, no podía dejarlo solo a él con sus pesadillas. O con sus sueños, nunca lo sabría; no hablaban mucho, y mucho menos de sus sueños, esos engaños que la mente de aquél le jugaba y no lo dejaba en paz. Pero por lo menos hoy supo que no había habido malos sueños, o eso creyó.

...

Apoyó la cabeza en el banco y flotó a la deriva. Se dejó llevar al mar de la inconciencia, donde todo es fácil, donde nadie lo encontraría nunca, donde podía ser un pirata, un caballero, un imaginativo villano, todo. La desesperación de saberse en peligro de ser descubierto pero no poder hacer nada por evitarlo desapareció en cuando las espesas líneas de pestañas se unieron en una y permitieron el tan deseado descanso de la realidad, esa arpía que interrumpe en los mejores momentos, llevándose sueños que probablemente no volverán a formar parte de las noches de nuestro pequeño personaje. Porque es pequeño. No tiene la fuerza para enfrentarse a nada ni a nadie. O eso él cree.

...

Se conocían de chicos. Nunca tuvieron mucho para decir. Se entendían si hablar. Podían estar horas sentados uno al lado del otro en el techo de la escuela sin decir absolutamente nada. No era necesario. Ella vivía al revés, siempre yendo para el otro lado. El siempre allá arriba, en el cielo; le encantaba tumbarse en la terraza de la casa de ella y mirar el cielo. Las estrellas se reflejaban en sus ojos. Y para ella siempre iba a ser él, que miraba las estrellas como si en otro tiempo hubiera estado allá arriba también. Pero ella sentía que era más bien como la luna, siempre ahí, pero siempre distante.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Y se dieron a la fuga.

Las palabras se escapan,
no alcanzan, se pierden.
Agotada las dejo ir.
En algún momento van a volver.

Floto en la nada,
en el sinsentido,
en la idea de que ya termina.
Que puedo dejar de pensar.

Cada vez es menos,
cada vez me acuerdo más.
Está pasando y nada puedo hacer.
Sentada espero.

Y floto,
y respiro,
y vivo,
y espero.

sábado, 9 de julio de 2011

Rencorosa

Me corroe.
Me corroe por dentro y no puedo evitarlo.
Como un ácido en las venas me corroe.
Me corroe y me quema.

Trato de estar calmada.
Trato de no pensar.
No me hace ningún bien,
pero no me puedo dejar estar.

Inútilmente, sigo levantando barreras.
Trato de que no me lastime.
Una opinión de alguien así
no debería importarme.

Y es que no busco aprobación,
pero la agresión igual molesta.
Cuando el vaso se colma de sandeces
igual explota.

Sigo guardando cosas,
sigo juntando lágrimas.
Sigo esperando el momento.
Sigo buscando revancha.

La chica del Trombón

Él lo sabía todo.
Ella no sabía que lo sabía.
Sus caminos se encontraron
luego de muchos años.

Los juegos en la plaza habían quedado atrás.
Las películas los domingos,
Pedro Pablo y Magdalena también.
Solo quedó un auto color cielo.

Escondida en la butaca
escuchó a él despotricar.
Consiguió que lo expulsaran.
Otra historia para contar.

Teatro, campañas, la universidad,
la vida ellos veían pasar.
La chica del trombón nunca fue de allí.
Él la ató a su tierra, le dio un hogar.

De lejos, colgada del trombón venía,
pero ya de nada se acordaría.
Se creó un nombre, una historia.
York New y Alia Emar serían.

martes, 31 de mayo de 2011

Marejada

Era ya mucho tiempo.
Creí que no lo extrañaba,
me tomó por sorpresa.
De cabo a rabo equivocada.

El impacto me dejó aturdida.
Nada quedó donde debía
y ahora junto pedazos y trocitos
de eso que existía.

No encuentro respuesta.
No encuentro explicación.
Solo pasó y no lo lamento.
Solo un aviso pediría yo.

Era ya mucho tiempo.
Sin embargo lo extrañaba,
volver a sentir el impulso,
volver a sentir la marejada.